Estábamos en aquello de conseguir una buena pareja para el baile que se avecinaba, y en elegir en lugar de ser elegido, cuando resulta que el debate que desde otros lugares se quiere retomar pasa por volver a oir hablar a los políticos sobre la politización de las Cajas de Ahorros, cuando no de las bondades de su privatización.
Se pone en duda la capacidad de normas y leyes que han venido funcionando hasta que, quienes tienen la capacidad de modificarlas, se han propuesto, con el abuso de su representación, darlas por anuladas.
En las entidades de ahorro siempre han tenido representación los Ayuntamientos, las Comunidades, los depositantes, los empleados y las entidades fundadoras, quienes decidían si en su nombre actuaban técnicos o profesionales de su plena confianza, pero poco a poco han perdido la vergüenza y cada vez más esta representación es un lugar para reposar de la lucha política con las espaldas bien cubiertas.
En los últimos meses estamos asistiendo a cantidad de luchas intestinas para acceder al mando y el poder de estas entidades y en días como hoy la prensa nos bombardea con infinidad de artículos entre los que quiero destacar:
Todo en contra de las cajas
Es difícil tener más frentes abiertos que los que analiza a diario Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España. La reestructuración del sistema financiero está en ese momento en el que cada día se abre un problema, pero no se cierra ninguno. Desde Bruselas hasta Cádiz, todos los fuegos están ardiendo y nadie, absolutamente nadie, parece actuar como bombero del supervisor. El primero de los problemas está en la Comisión Europea, que acaba de pedir al Gobierno de Zapatero que se aclare con la fórmula que quiere aplicar para el fondo de rescate de entidades. Es decir, hay prisa porque España es el último país en reestructurar la banca y todavía no se sabe si se pedirán autorizaciones previas o a posteriori. Un lío.
El segundo es la Ley de Cajas. El Banco de España pidió su reforma para quitar parte del poder que tienen los Gobiernos autonómicos en las cajas. El PSOE se negó a abrir el melón, mientras el PP apostaba por una modificación, sin contar con el apoyo de sus barones regionales. Cristóbal Montoro, portavoz de Economía del PP, insistió el jueves pasado en que no hay más solución para el sector que liberarse del poder político. Por cierto, para añadir más dificultades, la mitad de las cajas ha empezado -o iniciará en breve- la renovación de parte de sus órganos de gobierno, incluidas algunas presidencias.
El supervisor, con grandes dosis de pragmatismo, ha aplicado el principio de que es mejor lo posible que lo perfecto. Es decir, ante la resistencia numantina a perder el poder autonómico en las cajas, ha optado por las fusiones virtuales que, bajo el paraguas de un SIP (Sistema Institucional de Protección), permite mantener la sede, los consejos de administración y la marca. A cambio, son menores el ahorro de costes y la potencia de tiro de la caja resultante. Esta fórmula convence a los sindicatos, que han tomado la bandera imposible de «aquí no sobra nadie». Para añadir más dificultades, Ordóñez se ha puesto como meta que la reestructuración cueste lo menos posible al contribuyente, lo que puede añadir más tensión al proceso.
Mientras tanto, las cajas de casi todas las regiones son víctimas de las disputas locales o identitarias. El caso más llamativo es el de la Comunidad Valencia. Gerardo Camps, vicepresidente económico y regulador de estas entidades, puso en duda la solvencia de la CAM porque se ha negado a fusionarse con Bancaja, como quiere el PP de Valencia. Ningún banco hubiera sido tan agresivo. Las cajas podrán decir aquello de «todos al suelo, que vienen los nuestros».
Mucho trabajo para Rodrigo Rato
Los expertos dicen que falta más de un mes y medio para que Rodrigo Rato (Madrid, 1949), ex director gerente del FMI y ex ministro de Economía, ocupe el sillón de presidente de Caja Madrid. Pero ya está trabajando desde fuera para enderezar el rumbo de un barco que está saliendo de las tormentas del Cabo de Hornos, con daños en el casco.
La prioridad, a lo que se dedican los hombres cercanos a Rato (entre los que destaca José Manuel Fernández Norniella) es a pacificar el puente de mando, el Consejo de Administración. No es tarea fácil porque ha sido escenario de todo tipo de intrigas y traiciones. Pero los consejeros de las diversas facciones son disciplinados, sobre todo una vez que hayan logrado lo que buscan. Aunque Rato no debería descartar algún motín, porque Caja Madrid es muy deseada por su gran poder.
El patrón debe demostrar que lleva el rumbo y entonces podrá bajar a organizar a los directivos, que han sufrido como nadie las egoístas peleas de los consejeros. Elevar la solvencia, controlar la morosidad y sobre todo, planificar las fusiones, serán las prioridades. El tiempo apremia. Rato tendrá que tomar las decisiones más trascendentes para el futuro de la entidad sin demora, y quizá sin que la mar esté calmada ni el barco en perfectas condiciones.
Un camino lleno de trampas
La intervención de Caja Castilla La Mancha (CCM) por el Banco de España el pasado 29 marzo fue un episodio que sobresaltó todo el sistema financiero del país, pero al mismo tiempo sirvió como pistoletazo de salida para la esperada y retrasada reconversión del sector. La entidad manchega estuvo a punto de quedarse en manos de Unicaja, tras un primer conato de la aragonesa Ibercaja. Sin embargo, la falta de acuerdo entre las ayudas oficiales y las exigidas por la entidad andaluza dio al traste con la operación y llevó a la intervención.
Desde entonces, CCM entró en un proceso de saneamiento y venta y en un campo de batalla política entre el Gobierno socialista de la comunidad y la oposición del PP. Un enfrentamiento que se trasladó a la batalla nacional, donde no faltaron acusaciones y descalificaciones. A ellas ha tratado de estar ajeno el Banco de España, que nombró un administrador -Xabier Alkorta- para dirigir la entidad.
Ese proceso tomó velocidad después del verano y en octubre se procedió a su venta, una especie de subasta al mejor postor. Tras mostrar interés varias cajas, sólo quedaron en la disputa dos: la BBK vasca y CajAstur. Y fue la entidad asturiana la que, mediante una fórmula muy creativa, se llevaría la caja al agua: con la ficha del banco Liberta se queda con todo el negocio de oficinas y al pormenor; y CCM se queda con la obra social y todo el grupo industrial, además del 25% de participación en el citado banco.
Viva la endogamia financiera
Si llega a buen puerto la negociación, aún oficiosa, entre Caixa Penedès, tercera caja catalana, y Caixa Laietana, más pequeña y centrada en su feudo del Maresme, para constituir una entidad con 32.500 millones de activos, mil oficinas y 4.000 empleados, Cataluña, la comunidad más activa en fusiones, habrá protagonizado tres en pocos meses.
Sin concretar indicaciones sobre parejas de baile, el Gobierno catalán no ha sido un espectador pasivo: ha metido prisa a las cajas para que no esperaran a tener problemas para actuar y les ha advertido de que Cataluña no debía perder peso financiero. Un mensaje claro: que coquetearan entre ellas. La oposición de CiU está también por la labor. Sólo se han significado en Caixa Tarragona, gobernada por la Diputación Provincial (CiU).
Salvo por Penedès, deseosa de mirar fuera aunque se case con Laietana, la indicación política de la endogamia era innecesaria. El mapa de cajas catalán era el más atomizado de España y las entidades corrieron a buscar acomodo en alianzas con vecinos conocidos. Tarragona y Manresa se unirán finalmente a Caixa Catalunya, que liderará la mayor de las fusiones. La resultante quiere reducir 1.800 empleos y 500 oficinas, lo que ha puesto en pie de guerra a la plantilla. La sintonía llegó rápido entre las cajas de Sabadell, Terrassa y Manlleu, a las que se sumó Girona, atraída por un proyecto que se esmera en visualizar el arraigo territorial de cada entidad vía marcas, sedes y reparto de la Obra Social. Le esperan 620 prejubilaciones.
Las cajas recuerdan su papel para que no haya exclusión financiera
Las cajas de ahorros, entidades que llevan meses protagonizando titulares por la reestructuración del sistema financiero, consideran que el mundo político, el crecimiento de la morosidad y la caída del crédito están eclipsando su papel social y cómo han logrado que en España no exista exclusión financiera.
Desde varias de esta entidades, que prefieren no identificarse debido a que se sienten «algo víctimas» del proceso de fusiones y reducción de redes actualmente puesto en marcha, se recuerda la diferencia que existe entre el modelo de banca que se disfruta en España y el que se realiza en muchos de los países del entorno o incluso en Estados Unidos.
Subrayan que, mientras en muchos de estos países -que destacan por su capacidad de recuperación económica- es muy difícil abrir una cuenta corriente o domiciliar el pago de un recibo mensual -como la luz o el agua-, en España prácticamente todos los ciudadanos pueden acercarse a una entidad y abrir una cuenta sin muchas exigencias.
A pesar de que en Latinoamérica y Alemania -donde existen cajas que son públicas y están respaldadas por los presupuestos de los ayuntamientos- existen entidades parecidas a las cajas españolas, su modelo presenta peculiaridades «únicas», como que deban destinar el 50 por ciento de sus beneficios a reservas.
Las 45 cajas que existen en España -que no tienen espíritu de lucro ya que de sus resultados no pueden derivarse beneficios particulares- gestionan más de la mitad de los recursos captados entre las empresas y las familias y lideran la actividad crediticia del sistema financiero español.
Con el resultado de sus cuentas afrontan, en primer lugar, el pago de impuestos de sociedades, al tiempo que constituyen reservas para reforzar su capitalización y solvencia, mientras que el excedente queda libre para sus labores de Obra Social.
Muchos habitantes, especialmente en el medio rural, carecerían de numerosos servicios asistenciales sin la labor social de las cajas, mientras que quedarían prácticamente excluidos del sistema financiero si, debido a los parámetros que se esgrimen actualmente para justificar el cierre de las oficinas «no rentables», las sucursales de muchos pequeños municipios se cierran.
En muchas pequeñas localidades, donde las oficinas bancarias no son rentables para la entidad, sólo las sucursales de las cajas están presentes, por lo que acercan el sistema a un sector de la población que de otro modo podría quedar prácticamente excluido.
Desde estas entidades se destacó también que, en un entorno de crisis económica, que comenzó siendo financiera, ha sido muy importante que las cajas no coticen en Bolsa como los bancos, ya que, si así hubiera sido, el impacto de la crisis sobre el sistema español, debido a la gran volatilidad de los mercados de renta variable, hubiera sido mucho más acusado.
Sobre la «politización» que padecen estas entidades abogan por que se analice cómo a lo largo de décadas aquellas personas que se han incorporado a la estructura de una caja han «olvidado» desde qué ámbito se les propuso para centrarse en el trabajo de la entidad y su labor social.
La aportación a las acciones de la Obra Social de estas entidades de crédito constituidas bajo la forma jurídica de fundaciones de naturaleza privada, se ha incrementado en los últimos ejercicios y el pasado año se destinaron recursos por más de 2.000 millones de euros, después de que en los últimos años un 25% de sus beneficios después de impuestos se destinase a estas acciones.
También hacen hincapié en la labor que desarrollan en la restauración y conservación del patrimonio histórico-artístico, la construcción y mantenimiento de centros sociales y lamentan que sólo uno de cada cinco beneficiarios de la obra social es consciente de que disfruta de alguna iniciativa impulsada y financiada por éstas.
Los defensores de los procesos de fusión y de cierre de sucursales esgrimen que España es el país más «bancarizado» del mundo, ya que además de contar con el mayor número de oficinas por habitante -unas 100 sucursales por cada 100.000 personas-, su red de cajeros automáticos es la más extensa de Europa y una de las más grandes de los cinco continentes.
Desde las cajas se recuerda la necesidad de que, a pesar de que el sistema puede estar sobredimensionado, no se merme el modo en el que han vertebrado el territorio, han bancarizado el país y son el primer «inversor social» del sector privado del mundo, por delante de fundaciones como la de Bill y Melinda Gates.
El director general de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), José Antonio Olavarrieta, pidió ayer que se respete la diversidad del sistema financiero y a la hora de evaluar la solvencia de una entidad no se caiga en el «simplismo» de que el capital son únicamente las acciones.
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